Si te hundiera en una tina,
vería el volumen que desplazas.
Si te colgara de un pie,
hasta que punto eres un bulto.
Estoy perplejo porque eres.
Porque eres eso y más que eso.
¿Acabaré de entenderte?
Te muerdo y sólo te desprendo un grito.
Te aprieto y vuelas en una carcajada.
¿Dónde está el alma, dicen los cirujanos?
¿Quién eres tú, digo yo?
Me fui de bruces por el brocal de tus ojos.
No tenían fondo.
Gabriel Zaid
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