Thursday, July 20, 2006

Monólogo en la celda

Se olvidaron de mí, me dejaron aparte.
Y yo no sé quién soy
porque ninguno ha dicho mi nombre; porque nadie
me ha dado ser, mirándome.

Dentro de mí se pudre un acto, el único
que no conozco y no puedo cumplir
porque no basta a ello un par de manos.

(El otro es el espacio en que se siembra
o el aire en que se crece
o la piedra que hay que despedazar.)

Pero solo... Y el cuerpo
que quisiera nacer en el abrazo,
que precisa medir su tamaño en la lucha
y desatar sus nudos
en un hijo, en la muerte compartida.

Pero solo... Golpeo una pared,
me estrello ante una puerta que no cede,
me escondo en el rincón
donde teje sus redes la locura.

¿Quién me ha encerrado aquí? ¿Dónde se fueron todos?
¿Por qué no viene alguno a rescatarme?
Hace frío. Tengo hambre. Y ya casi no veo
de oscuridad y lágrimas.

Rosario Castellanos

Jornada de la soltera

Da vergüenza estar sola. EI día entero
arde un rubor terrible en su mejilla.
(Pero la otra mejilla esta eclipsada.)

La soltera se afana en quehacer de ceniza,
en labores sin, mérito y sin fruto;
y a la hora en que los deudos se congregan
alrededor del fuego, del relato;
se escucha el alarido
de una mujer que grita en un páramo
inmenso en el que cada peña, cada tronco
carcomido de incendios, cada rama
retorcida es un juez. .
o es un testigo sin misericordia.


De noche la soltera
se tiende sobre el lecho de agonía. ­
Brota un sudor de angustia a humedecer las sabanas
y el vacío se puebla
de diálogos y hombres inventados.

Y la soltera aguarda, aguarda, aguarda.

Y no puede nacer en su hijo, en sus entrañas,
y no puede morir ­
en su cuerpo remoto, inexplorado,
planeta que el astrónomo calcula,
que existe aunque no ha visto.

Asomada a un cristal opaco la soltera
-astro extinguido-- pinta con un lápiz
en sus labios la sangre que no tiene.
Y sonríe ante un amanecer sin nadie.

Rosario Castellanos.

Friday, July 14, 2006

Circe

Mi patria está en tus ojos, mi deber en tus labios.
Pídeme lo que quieras menos que te abandone.
Si naufragué en tus playas, si tendido en tu arena
soy un cerdo feliz, soy tuyo, más no importa.
Soy de este que eres, mi solar está en ti.
No quiero otra corona que el laurel de tus brazos.

Gabriel Zaid

Prueba de Arquímedes

Si te hundiera en una tina,
vería el volumen que desplazas.
Si te colgara de un pie,
hasta que punto eres un bulto.

Estoy perplejo porque eres.
Porque eres eso y más que eso.
¿Acabaré de entenderte?
Te muerdo y sólo te desprendo un grito.
Te aprieto y vuelas en una carcajada.
¿Dónde está el alma, dicen los cirujanos?
¿Quién eres tú, digo yo?

Me fui de bruces por el brocal de tus ojos.
No tenían fondo.

Gabriel Zaid

Alabando su manera de hacerlo

¡Qué bien se hace contigo, vida mía!
Muchas mujeres lo hacen bien
pero ninguna como tú.

La Sulamita, en la gloria,
se asoma a verte hacerlo.

Y yo le digo que no,
que nos deje, que ya lo escribiré.

Pero si lo escribiese
te volverías legendaria.

Y ni creo en la poesía autobiográfica
ni me conviene hacerte propaganda

Gabriel Zaid

Tuesday, July 11, 2006

Espantapájaros

No sé, me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible
- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme! Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa. ¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos?
¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronóstico reservado? ¡María Luisa era una verdadera pluma! Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres... ¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. "¡María Luisa! ¡María Luisa!"... y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte. Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo. ¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera..., aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas! ¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes... la de pasarse las noches de un solo vuelo! Después de conocer una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre?
¿Verdad que no hay diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo? Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.

Oliverio Girondo

Saturday, July 01, 2006

Poesía medieval Irlandesa

Islandia e Irlanda (en menor medida también el País de Gales), vieron florecer las primeras y más ricas literaturas europeas no escritas en latín. Las cortes medievales de Gales e Irlanda, llegaron a apreciar intensamente el trabajo poético y los poetas “bardos” se erigieron en un gremio altamente especializado y rodeado de privilegios. En Islandia por su parte, la primitiva Republica Islandesa convirtió en un pasatiempo nacional la recitación de historias familiares (en islandés, sagas) y de poemas mitológicos o heroicos.

En Irlanda hacia el siglo décimo, los bardos se educaban en escuelas especializadas (escuelas bárdicas) en las cuales se les enseñaba a conocer y dominar las figuras retóricas, los tropos, los metros y esquemas de acentuación y sobre todo a memorizar numerosos poemas de grandes autores o anónimos provenientes de la tradición mitológica.

Los poetas graduados podían pertenecer a doce grados o clases diferentes, según el número de poemas que eran capaces de recitar y el rey tenía la facultad de nombrar a un “poeta mayor de Irlanda”, con el cual compartía algunos privilegios simbólicos.

Hacía el siglo catorce o quince, la poesía bárdica comenzó a decaer y hacía el siglo dieciséis era ya tan sólo una reliquia del pasado.

Los idiomas mismos en que esta poesía fue escrita comenzaron a decaer y ceder ante el empuje del inglés, lengua de los invasores anglosajones que comenzó a generalizarse en Gran Bretaña e Irlanda hacía el siglo quince. Actualmente el idioma Irlandés o gaélico es hablado tan sólo por unos pocos de miles de campesinos costeños, mientras que el resto de la nación habla predominantemente el inglés. Por su parte en Gales, el número de hablantes de galés no es tan reducido y el idioma sigue mostrando cierta vitalidad.

Maltrecho mundo

Dermont, derrotado por los partidarios de san Columbano, pide al vidente Beg mac que le anuncie su futuro. Beg le contesta con estos versos:

MALAS cosas al mundo se aproximan:
los hombres serán siervos y libres las mujeres;
pocas bellotas, bosques endebles, malas flores;
grandes vientos, un húmedo verano, trigo verde;
mucho ganado, pero leche escasa;
gravosa gente en todos los países.
Cerdos delgados y perversos jefes;
se verán mala fe y crónicas matanzas:
será un mundo agostado, lleno de tumbas.


Anónimo (Siglo XII, Irlanda)